Sin duda, uno de los tesoros del barrio lo tenemos en la panadería de la plaza, donde Pili regenta la panadería, el kiosko, centro de mensajes y encuentros diarios, pero de los analógicos, los de toda la vida, y hasta una apartado de correos. Sí, sí, que lo mismo le dices que «cuando venga tal le pregunte por el resfriado de su nieto, que el otro día estaba muy malito», le dejas unos CDs para que fulano se los lleve a mengano, o que dejas recado al de correos que las cartas de tal dirección las lleve a tal otra la semana que estás de vacaciones… Vamos, un P.O Box en toda regla.
